La mirada del fotógrafo y la del actor son complementarias. El primero nos hace patente lo visible, mientras el segundo atiende lo intangible. El actor ha de hacer su mirada y materia artística presente, para luego ceder su lugar a la del personaje. El fotográfo ha de diluirla para dejar hablar a su obra, donde se fija para siempre. Ambos tienen algo en común, son canales de comunicación que nos asoman de un modo diferente a los sentimientos y a las sensaciones. El chispazo que les mueve es el deseo de aprender del mundo y comprenderlo para volcar, compartir y comunicar un punto de vista. www.eulaliaramon.com