Skount utiliza la pintura como un grito desesperado lanzado a un mundo, en el que las emociones ya casi nos pasan desapercibidas o bien no queremos atender a ellas, como si fuésemos peces de pecera.
De esta manera el autor se inspira en la inconformidad de los líquidos en su paso por diferentes estratos, como metáfora de una liberación pragmatista de todo aquello que no puede aflorar al mundo, utilizando su cuerpo impregnado en pintura como único vehículo motor de transmisión emocional.
Esta exhibición está decidida a satisfacer por igual a paladares y retinas.
La Liberación fisico-plástica de líquidos y elementos, finaliza en su desfragmentación del color en una explosión de naturalezas incandescentes, que son en esencia lo mismo, su evolución. Su metamorfósis.
Esta exposición nace de una necesidad fundamental del ser humano de liberar su mente, las emociones y sensaciones que abarca su alma, nutridas por todo aquello que le rodea, le estimula, deprime, que le hace soñar, amar, respirar, reír, llorar, que le llena de vitalidad, lo que le estresa hasta asfixiarlo, lo que le aturde, y así hasta un sin fin de emociones y sensaciones que conjugan y dan forma a todo su ser, haciéndolo a su vez (según lo percibido y la forma en que lo asimila cada individuo) diferente de sus semejantes, eso sí, todo ello igualmente percibido a través de un cuerpo evidentemente tangible y que por ello lo limita.