Thomas Jocher (Saalfelden, Austria, 1961) se forma en la Academia de Bellas Artes de Viena entre 1981 y 1986. A finales de los años ochenta cofunda el grupo y la galería Zú en Lugo junto a Michael Haas, Toño Fernández González y Antonio Murado. Sus lienzos se pueblan de objetos aislados sobre una superficie neutra que se convierten en una herramienta básica para investigar sobre la percepción en la pintura. La sensación de corporeidad de estos objetos pintados, la ilusión de tridimensionalidad, son una continua referencia a lo escultórico; sus cuadros buscan traspasar los límites de la propia pintura; las figuras en el lienzo deben poder rodearse, percibirse desde todos sus ángulos, y de esta forma, liberar a la pintura de sus propios condicionantes. Lo figurativo en Thomas Jocher no es sólo una excusa para hablar del proceso de percepción, su iconografía de objetos cotidianos nos muestran el interés del artista por mostrar la débil barrera entre conceptos tan dispares como la seducción y la repulsión, el gusto y el apetito: así, el espectador, se acerca con una especial proximidad a sus objetos que, siempre fuera de escala, son tratados como cuerpos de calidades carnosas.